Las despedidas son algo a lo que me he habituado a lo largo de los años. Soy una nómada más o menos constante, me largo cada nada de todos los lugares y me despido. Pero hace mucho no me despedía de nadie que me importara tanto. Y creo que es la primera vez que me quedo.
Lo bueno es que los adioses son comienzos. Sirven para deshacernos de cosas viejas, sacudir el polvo y arrancar de nuevo hacía adelante.
Pero lo extraño de quedarse es que tú eres esa cosa vieja, de quién se sacuden el polvo. Y uno se queda en los mismos lugares que compartió con esa persona, esos momentos vacíos. Con esos fantasmas.
Es duro irse. Pero según parece, será más duro quedarse.
Lo bueno es que los adioses son comienzos. Sirven para deshacernos de cosas viejas, sacudir el polvo y arrancar de nuevo hacía adelante.
Pero lo extraño de quedarse es que tú eres esa cosa vieja, de quién se sacuden el polvo. Y uno se queda en los mismos lugares que compartió con esa persona, esos momentos vacíos. Con esos fantasmas.
Es duro irse. Pero según parece, será más duro quedarse.
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