Páginas

lunes, 28 de mayo de 2012

De adioses y despedidas II

Algo sobre lo que no he escrito aún: hace ocho días me despedí de mi abuelita. Este otro tipo de adios, dónde la sensación de perdida es tan grande que te abruma, te vacía, te pone a pensar y a sentir de manera diferente, cómo si pasaras a otro lugar en dónde todo se ve agotador, y claro a la vez.
Y lo peor es que no sabes que hacer, cómo sentir, cómo hacer que la rueda gire de nuevo. No sabes cómo llorar.
Es verse un poco cómo desde afuera, cómo una persona extraña a uno mismo.
Cosa rara este dolor.
Adiós abuelita. 

Cansancio

Estoy cansada de tantos sinsentidos en mi vida. De tantas aspiraciones incumplidas. Injertadas. De perseguir sueños imposibles. De no saber para dónde voy, ni hacía dónde mirar. De todas las complicaciones. De todas las exigencias que empujan.
Me cansé hasta de pensar.
Hasta luego.

lunes, 14 de mayo de 2012

De adioses y despedidas.

Las despedidas son algo a lo que me he habituado a lo largo de los años. Soy una nómada más o menos constante, me largo cada nada de todos los lugares y me despido. Pero hace mucho no me despedía de nadie que me importara tanto. Y creo que es la primera vez que me quedo.
Lo bueno es que los adioses son comienzos. Sirven para deshacernos de cosas viejas, sacudir el polvo y arrancar de nuevo hacía adelante.
Pero lo extraño de quedarse es que tú eres esa cosa vieja, de quién se sacuden el polvo. Y uno se queda en los mismos lugares que compartió con esa persona, esos momentos vacíos. Con esos fantasmas.
Es duro irse. Pero según parece, será más duro quedarse.