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jueves, 12 de abril de 2012

Reflexión III

Pensando en creaciones y espejos, recordé que mi maestro Pedro dice que algún día todo creador se enfrenta con su obra. Y el maestro Antonio habla de dejar todo en cada obra, lo que uno es, cómo un espejo. Y es difícil verse ahí, porque el reflejo del espejo siempre atemoriza -por lo menos a mí- porque a veces esas verdades del espejo golpean y te descubres siempre nueva, y sola, indefensa ante ti misma. Desnuda de una manera brutal y despiadada.
Ahora entiendo la historia de Dios y el diluvio: hay días en los que el pavor de ser eso que esta reflejado en nuestras creaciones nos impulsa a destruirlas.

Los libros y la magia

Los libros tienen esa mágica habilidad de hablarte directamente, en el justo momento, con las palabras adecuadas. Y esa cualidad la tienen los mejores libros sin importar cuantas veces los leamos. Siempre nos dicen cosas diferentes. Y creo que lo dijo Borges (me puedo equivocar, y si alguien tiene la cita justa se agradece) que cada uno tiene sus libros, su cuota de libros. Para mí, uno de esos libros es Rayuela, de Julio Cortázar. Y para una muestra de toda esa magia que tienen sus palabras, un fragmento del capítulo VII, el más famoso, leído por el mismo autor. Haz clic aquí.

El clave bien temperado


Escuchar el Clave Bien Temperado de Johann Sebastian Bach es quizá uno de los regalos más bonitos de la vida. Y si es la versión de Glenn Gould, pues es realmente mágico. Y sé que nombrar a Bach es un poco pretencioso, y hasta intelectual. Pero vale realmente la pena sentarse a escuchar simplemente, sin prejuicios a favor o en contra, y darse la oportunidad de sentir que algo realmente grande está pasando en esos tejidos, esas notas.
Eso sí, como todo, es prudente de a poquitos al principio, para realmente disfrutar y no cansarse. Y hacer el ejercicio de sólo escuchar, sin hacer nada más, sin usarla cómo música de fondo para otras cosas.
Este es el regalo de este mes.